HAZLO COMO HOMBRE y la mediocridad de la industria mexicana.

De Mike Mejía. August 13 - 2017.

(Este artículo fue publicado primero en DEM) http://deusexmagnifica.com/2017/08/11/hazlo-como-hombre-y-la-mediocridad-de-la-industria-mexicana/



No los hagamos pensar”, es lo primero que debe de considerar el guionista mexicano promedio cuando se le ocurre crear un producto para el gran público, sea cual sea el tema o la intención. Si éxito quieren, saben que contravenir lo que la historia televisiva mexicana ha construido en materia de capacidad de análisis, es suicido taquillero. Lo anterior resulta en una total contradicción en una película que pretende modificar rasgos culturales tan profundamente arraigados como el machismo y la homofobia. Si no hay análisis, involucramiento,  tocamiento a hondo nivel, tanto al espectador como a los personajes que se le ponen en frente, ¿cómo puede haber una verdadera reflexión? Es solo el principal fallo de la más reciente cinta comercial mexicana que ha llegado a cartelera.
Hazlo Como Hombre, comienza con un ramplón planteamiento de tres amigos, uno exagerada y cansinamente machista, infiel y auto-reafirmante, otro hípster y de mente abierta, y otro ordinario pero con su homosexualidad en el clóset, a punto además de casarse con la hermana del primero. Cuando el gay Santiago toma la repentina –y pobremente desarrollada– decisión de salir del clóset, el macho alfa Raúlexplota en intolerancia  que lo lleva a intentar incluso formas de curar a su mejor amigo de la anormalidad que padece, con pretendidas –más no logradas– graciosas consecuencias que desembocan en confrontación con su propia personalidad nociva e insegura.
Si algo mínimamente interesante se puede decir de esta cinta, es que no es otra película de un gay luchando por ser aceptado o de su dolor ante el rechazo, es sobre el sufrimiento que en el fondo padece todo hombre machista, sobre el cambio de narrativa de que los homosexuales tienen un problema, a la de que quienes lo tienen en realidad son los homófobos. Desgraciadamente, cuando hay tanta condescendencia hacia el público, un guión tan básico y un desarrollo tan típico y predecible, las buenas intenciones se quedan la planicie donde están proyectadas.
No los hagamos incomodar”, debe ser lo segundo que ese bienintencionado escritor piensa. No puede haber un personaje gay que muestre elementos en su personalidad que sean representativos de la comunidad LGBTI, no puede haber un verdadero romance ni un detalle que vuelva a ese personaje mínimamente auténtico, tiene que ser el típico galán convencionalmente varonil y simpático, no vaya a ser que el espectador lo vea como algo más que un personaje ajeno a él, alguien real a quien tiene que saludar en la calle o con quien convivir en su vida diaria y no solo alguien ficticio a quien puede tolerar por una hora y cuarenta minutos. 

No puede haber personajes femeninos con una mínima dimensionalidad más allá de los clichés sexistas, mucho hay con confrontar la masculinidad como para también subvertir la feminidad tradicional. No se puede llegar tan lejos como para poner en perspectiva temas como el poliamor o las relaciones abiertas, no les hagamos ver que la diversidad de género va mucho más allá de hetero-gay-bisexual y su estrecho criterio tiene más con qué lidiar que entender que la homosexualidad no es una enfermedad.

Démosles lo que quieren”, es la lógica bajo la que los cineastas mexicanos dan remate a sus historias. Además de que los giros de la trama se ven venir a 17 kilómetros de distancia junto con sus gags baratos de cloaca cultural, los personajes deben pasar por arcos que los separen y los reúnan, que los hagan acabar felices y enriquecidos de aprendizaje. Claro que papeles tan superficiales y poco convincentes, ofrecen la flexibilidad para hacer con ellos lo que sea sin que ello sea inconsistente con el concepto; si no hay una receta, no pueden decir que arruinaste el platillo. A fin de cuentas, qué más se puede pedir con actores que, independientemente de su irremediable miseria en talento, tienen carisma ¿no?; desde el patético intento de Alfonso Dosal por mostrar vulnerabiliad, pasando por la sobreactuada Aislinn Derbez (dejémosla en “sobre” porque la chica ni siquiera estaría en el medio de no ser por su apellido), hasta el infame Mauricio Ochmann y su nulo intento por ser creíble, el elenco grita “¿para qué actuar? Aquí está mi cara”. Si se le suma una filmación reducida a planos estrechos en escenarios que parecen de estudio de grabación, el producto es un escalón y medio más arriba de un programa unitario de Televisa.

Y ya que el público es poco exigente, una horrenda banda sonora que haga más vendible el tráiler no cae mal.

Finalmente lo triste es pensar que quizá este tipo de temas solo acceden al gran público mediante películas tan básicas como Hazlo Como Hombre. Nuevamente hay que exigir que alguien eleve el nivel en este círculo vicioso de pobre oferta-pobre demanda, o viviremos por siempre con una industria de cine estancada entre la oligofrenia argumental y la mediocridad.

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